La construcción de la nueva comparsa se encomendó a Blas Subiza, de la Chantrea, que desde hacía cinco años, junto a dos escultores y dos ensambladores, dedicaba su tiempo libre a la fabricación de gigantes. Aquí se habían construido comparsas para la Chantrea, Mondragón, Tudela, Puente la Reina y Aoiz.
Desde el primer momento de desechó la posibilidad de sacar moldes de las viejas cabezas de los gigantes y cabezudos, ya que los golpes acumulados las habían desfigurado totalmente. Por este motivo, los escultores de Blas Subiza, a la vista del original, reconstruyeron en barro la imagen primitiva de cada una de las figuras; después, de la reproducción en barro sacaron los moldes de escayola con los cuales, finalmente, fundieron en poliéster las nuevas piezas. Construidas las figuras, se procedió a pintarlas y vestirlas siguiendo escrupulosamente, en esta ocasión, el inventario elaborado en 1905, a la recepción de la comparsa de Bartolomé Domingo. De esta manera, el cabo de ocho décadas, los gigantes y cabezudos recobraron su aspecto primitivo, gracias a la participación, entre otros, de Aurora e Isabel Garrués, que pintaron y vistieron las nuevas figuras; de Salanueva, que repuso las espadas, abanico y cetros de los monarcas; y de Osinga que se encargó de las coronas, diademas y pendientes.
La presentación oficial de la nueva comparsa de poliéster tuvo lugar en la Plaza de los Fueros el día de la Virgen del Puy de 1988. Para esta ocasión los gigantes se encontraron con una nueva partitura, preparada para este momento por Duñabeitia y Martínez, los gaiteros que habían propiciado su existencia. Los nuevos gigantes, al ritmo del vals marcado por las gaitas y el tamboril, danzaron por primera vez ante su público de Estella, siguiendo la coreografía preparada por Fuentes y Urriza.
A nueva comparsa, nuevo reglamento. El redactado en 1905, sumergido en el olvido, fue reemplazado por el aprobado en el pleno municipal de 5 de mayo de 1988. En esta ocasión se establece la organización jerárquica del grupo, con dos responsables: el Capitán de Gigantes y el Capitán de Cabezudos; se divide a los cabezudos y "caballicos Chepes" en dos grupos, pa ra que en todo momento uno de ellos esté siempre en acción, en tanto que el otro pueda descansar; y de nuevo se fija el orden de la comparsa en los desfiles oficiales. Entre los trece artículos que conforman el nuevo reglamento aparece la repetida recomendación a los portadores de la comparsa de que se abstengan "de fumar y beber mientras estén bailando". Las normas municipales concluyen recordando a los miembros de la comparsa que su misión consiste en contribuir a la alegría de los pequeños y que en ningún caso han de asustarlos intencionadamente. Los olvidados gigantes anteriores a 1905, los salidos del taller de Bartolomé Domingo y también sus recientes réplicas de poliéster, todos ellos, sin duda, han contribuido a crear un mundo de ilusión y alegría, en las generaciones de niños que les han visto desfilar, entre el estruendo de las gaitas, por las calles de la vieja Estella. Con seguridad, los mayores guardan en su interior el vestigio de estas emociones, que rebrotan a medida que su infancia se diluye en el pasado.
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